Herney Gómez tuvo que “cotizar muy duro” y ocupar altos cargos en multinacionales para obtener la pensión anticipada de unos USD 700 mensuales que hoy le entrega la administradora privada de pensiones Porvenir.
Tiene voz pausada, mirada firme y usa Zoom sin complicaciones. Casi nada en su aspecto delata su edad: posee abundante cabello negro y pocas, o ninguna, arrugas a la vista. Es difícil imaginar que tiene 60 años; pero así es.
A través de videollamada, recuerda que en los 90, cuando trabajaba en la multinacional Bayer y surgió el boom de las AFP, los ejecutivos de estas empresas iban a las oficinas de los altos cargos para captarlos.
“Nos querían ubicar por los salarios y recursos que manejábamos. Éramos de pronto mucho más atractivos para hacer la visita personal. (…) Básicamente, me decían que si yo no tenía las cotizaciones, ni las semanas en el seguro social, esto era más ventajoso. Que ellos iban a invertir en dólares, mientras que el Estado simplemente servía de alcancía”, rememora.
A sus 30 años, con un sueldo que hoy en día equivaldría a unos USD 4.500[1] [2] , la promesa de que podía pensionarse anticipadamente y pocas cotizaciones en el sistema público, Herney pensó que no tenía nada que perder en una AFP y se cambió. Más tarde, cuando sus días de trabajo en grandes multinacionales terminaron de imprevisto y se enfrentó a cinco años de cesantía, efectivamente pudo retirarse a los 54, al contar con los fondos mínimos acumulados.
Sin embargo, Herney se reconoce como un caso poco común.
“Esa plata me salió con juventud y salud, lo cual me parece una ventaja. Pero hay que cotizar muy duro. Yo era un privilegiado, me fue bien laboralmente y las cotizaciones eran importantes”, dice.
Actualmente, la pensión anticipada de Herney representa aproximadamente el 15% del salario que tuviera a sus 30 años y le alcanza “apretadamente” para cubrir sus gastos básicos y los de sus dos hijos[3] [4] . No le queda de otra que complementar como puede con “rebusques” profesionales.
“Con la pandemia es más crítico, pero pues uno ya sabe cuánto es lo que le va a llegar y se acomoda (…). La diferencia es muy grande y no puedes tener el mismo estatus de vida, pero [la pensión] sirve, por lo menos… Peor es nada”, concluye Herney.