Raquel inició con ilusión los trámites para pensionarse en enero de 2018, un mes después de cumplir la edad necesaria. Tras recopilar la información que le solicitó la AFP Crecer se llevó dos sorpresas. De los más de 30 años que recuerda haber laborado, solo había registro de 28. Los años “perdidos” tendrían que estar en los archivos del Instituto Nacional de Pensiones de los Empleados Públicos (Inpep), una de las instituciones del antiguo sistema de pensiones de El Salvador.
Bajo el actual sistema de pensiones los trabajadores tienen que cumplir dos condiciones para jubilarse: haber cotizado por lo menos 25 años y cumplir 55 años, en el caso de las mujeres, o 60, para los hombres.
La segunda sorpresa, y la más amarga, es que pese a devengar un salario superior a 1,300 dólares, muy por encima del ingreso promedio en el país, su pensión quedaría de solo 250 dólares mensuales.
“Me salieron 28 años (de cotización) y fracción, con eso me hacen el cálculo los de la AFP y con el monto acumulado de dinero me queda una pensión de $250, ¡para morirme! Es increíble, yo les pedí a ellos muchas veces información de cómo hacen este cálculo y solo me remitían a la ley de pensiones”, recordó Raquel.
Ese monto, para ella, significa una condena a trabajar hasta el fin de su vida: “Llevo dos años y algo pensionada con la cantidad de 250 dólares mensuales, obviamente con esa pensión yo no puedo, jamás, nunca, retirarme de trabajar. Yo no puedo vivir con una pensión de $250, es imposible”.
Tiene gastos que afrontar mes a mes, entre ellos deudas que seguirá pagando por lo menos hasta tres años. De la pensión además le descuentan 25 dólares para la seguridad social, por lo que solo recibe 225, menos que el salario mínimo de El Salvador que es de 300 dólares.
El sistema de ahorro de pensiones (SAP) está vigente en El Salvador desde 1998 y pasó en 2017 por un proceso de reforma, sin embargo es tan complejo que muchas personas no conocen cómo se calcula la pensión.
Raquel atribuye su pensión a las reformas de 2017, ya que personas que se pensionaron un poco antes tuvieron más beneficios. Su hermana, por ejemplo, pasó de un salario de un poco más de 800 dólares a una pensión de alrededor de 700 dólares.
“Esa fue una reforma que hicieron los diputados de Arena y el FMLN que condenaron a todo el mundo a morir detrás de sus escritorios, a morir con la pala en la mano, a morir en el trabajo y eso con la esperanza que no nos vaya a caer una enfermedad de esas que nos dejen inválidos, porque entonces, ¿cómo hacemos?”, cuestionó.
Sin embargo, las reformas de 2017 tuvieron poco que ver. En 1998 los trabajadores que tenían más de 36 años podían elegir quedarse en el sistema público o pasarse al SAP. Para las personas que optaron por las AFP, el cálculo de pensión se hace de acuerdo a los últimos salarios devengados.
Raquel no estaba ahí. Ella es de las primeras mujeres en jubilarse que pertenece al grupo que estaba “obligado” a pasarse a las AFP. Para ellos el cálculo de la pensión depende de cuánto han ahorrado y de cómo este dinero se ha invertido.
No obstante los fondos de pensión salvadoreños pasaron años con ganancias mínimas. Entre 2006 y 2016 la rentabilidad de estos, ajustada a la inflación fue de tan sólo 2.6 por ciento, según un informe técnico de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Fundación Guillermo Manuel Ungo (Fundaungo). Esto se debe a que la mayoría del dinero se presta, por ley, al Gobierno.
Con las reformas de 2017 se buscó corregir esto incorporando más flexibilidad para las inversiones y obligando al Gobierno a pagar más, pero el efecto se verá a largo plazo y para personas como Cecilia es demasiado tarde.
“Cada vez que puedo lo digo: es necesario que reformen a mejorar las pensiones. No creo que sea retroactivo esto, a los que nos quedó así la pensión, ni modo, así vamos a morir, pero los que se van a ir jubilando en el futuro, deberían de darles una mejor pensión para que la gente tenga la posibilidad de retiro y dé oportunidad a las nuevas generaciones, porque sino los empleos van a ser de gente viejita”, expresó.
*Raquel es un nombre ficticio, pues pidió que no se revelara su identidad.